‘Juego de Tronos’: todos somos Cersei Lannister (con spoilers del final de la sexta temporada)

Lo que hizo Cersei en el último episodio de la sexta temporada trasciende su propia historia de venganza y nos reivindica a todos nosotros, los espectadores. Con especial énfasis a los sufridos lectores de las novelas, que éramos todo risas y maravilla en las primeras temporadas de la serie y hemos acabado como puta por rastrojo. Que digo ‘puta’ porque hablo de ‘Juego de Tronos’ y queda propio. Igual que podría decir ‘coño’ o ‘teta’ o ‘niño asesino’.

Hasta la batalla de Aguasnegras nos las prometíamos felices. Anticipar las reacciones de los espectadores no avisados formaba parte importante de la diversión. Aunque tampoco hacía falta ser un genio para adivinar lo que acabaría pasando: la serie adelantó a los libros y acabó volando libre. De orgullosos privilegiados pasamos a ser confundidos espectadores del montón. Y George R. R. Martin, mientras, de bolo en bolo, atiborrándose de canapés en las convenciones de friquis y sin pegar palo al agua. Total, hace tiempo que les contó el final que tenía en mente para la saga a los pringados encargados de terminarla en televisión. Para qué vas a ser escritor cuando puedes ser productor ejecutivo.

En la parte positiva, las mentes detrás de la serie han resultado ser mucho más capaces que la de Martin. Cuanto más se alejaba de las novelas, mejor se volvía la serie. En todos los aspectos. Ya no es que los diálogos fueran brillantes, que ya lo eran, sino que las tramas eran mucho más coherentes y más potentes que las originales. Ahí está Sansa, por ejemplo. O Brienne, pobrecita mía, que ya me dirás tú qué cuadro lo del cuarto libro. Ese cuarto libro, joder, que no hay quien se lo acabe.

Recuerdo que, de postadolescente, me fascinó el concepto «novela río». Me acerqué a ‘Canción de hielo y fuego’ por esta obscenidad conceptual. Pero, claro, no me imaginaba que la cosa se desparramaría de semejante manera y Martin acabaría ahogado en el río de marras. El problema de la saga no es que haya muchos personajes. El drama es que a partir del tercer libro el autor no sabe qué hacer con más de la mitad de ellos.

Herederos de este pestiño argumental, y mucho más conscientes de lo que viene siendo el mundo real, en la serie han tomado medidas. ¿Seis temporadas y aún tenemos a Margaery que no se sabe si va o viene? ¿En serio tenemos que volver a sacar a Edmure Tully? Y las chicas estas que mandamos a rodar en Sevilla, ¿qué se sabe de ellas? ¿Han cenado bien? Oye, que aún tenemos que pensar qué hacemos con Lady Corazón de Piedra y ya que hicimos ese capitulo con El Perro habría que darle recorrido. Por cierto, lo de resolver quién se queda con el Trono de Hierro, ¿lo resolvemos antes o después del enfrentamiento con el Rey de la Noche?

Ah, que quedan diez capítulos, nada más… Ok. Vamos a simplificar. Morralla fuera.

Cersei, dale.

boom

 


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