‘X Factor 2016’: para que nada cambie

Pues allá vamos. Que empiecen los decimoterceros live shows de ‘X Factor’. Son puro trámite y olvidaremos al ganador para cuando volvamos al cole después de Reyes. Pero también sabemos que podría ser peor. Podría ser la edición pasada.

Fue necesario un ‘X Factor 2015’ para que nos diéramos cuenta de que no queremos cambios. Por años que pasen, por gastado que esté el formato, es mejor que no lo toquen. El día que decidan retirarlo, que lo guarden en una caja tal y como está ahora. Lo único que estoy dispuesto a admitir (de hecho lo deseo con toda mi alma) es que vuelva Danii Minogue. Todo lo demás, merde.

Aceptémoslo: nos encanta hasta la manipulación más descarada, marca ‘X Factor’. Queremos querer a dependientas del Tesco fracasadas, a madres que pretenden triunfar después de haberse sacrificado por sus hijos. Aunque al final apoyemos al guapo de boyband, nos gusta que el gordito mal vestido nos enamore un rato. Nuestro nivel de enfermedad nos lleva a llorar como magdalenas cuando el jurado mueve sus hilos para que el candidato termine cantando la canción que escribió para su hermano muerto (que te lo paras a pensar, así en frío, y vaya tela, colega).

Luego, claro está, nos sigue fascinando el escenario de los live shows. El precisión del montaje. El locurón de las músicas de fondo. Luego te pones una gala de ‘Gran Hermano’ y mueres por dentro al ver que no les sale nada bien a la primera.

Pero este año, además, han vuelto cosas que yo no sabía que iba a echar tanto de menos:

 La senilidad de Louis Walsh

Louis Walsh

Es un juez irritante, eso es verdad. Pero nadie como él abraza la locura del espectáculo. Es quien mejor comprende que no queremos buenos artistas. Queremos tensión y drama y él tío está súper comprometido con este rollo. Históricamente nos ha dado a los Jedward y a Wagner. También a los Westlife, pero esos han quedado solo como broma recurrente, pobres.

El pérfido Simon Cowell intentó jubilar a Louis el año pasado y se ha arrepentido lo más grande porque el muchacho ese con el que pretendía sustituirlo un palo metido en el culo.

Louis ha vuelto y lo ha hecho a conciencia: en las fases preliminares  sacrificó a los cuquérrimos Tom and Laura en beneficio del despropósito kitsch de Bratavio. Todos sabemos que ninguno de ellos llegará lejos en el mundo real, pero nuestro irlandés preferido es el único capaz de decirlo en voz alta y disfrutar con ello.

La frescura de Nicole Scherzinger

Otra que también entiende su papel en el show es la que puso el pussy en las Pussycat Dolls. Ni Cheryl, por más que la adore, ni Tulisa, aunque ganara. Mucho menos Rita Ora, por los clavos de Cristo. Estamos en lo de siempre: necesitamos a alguien que no se tome esta mierda demasiado en serio y nos saque de vez en cuando de esta espiral de lucha por tus sueños y es la oportunidad de mi vida.

La ropa ajustada de Dermot

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Bueno, esto lo sabíamos todos. Lo de prescindir de Dermot era un error evidente incluso antes de que empezara el programa. Estaba tan claro que Olly Murs no podría rellenar el hueco que hasta le pusieron a la chica pesada esa al lado.

Ya no es que Dermot sea carismático, cercano y vivaracho. Es que llena las camisetas como nadie y tiene a los pantalones de traje reventando por las costuras. ¡Alabado sea el Señor!

Así que todo bien en el ‘X Factor 2016’. Incluso tienen concursantes.

 


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