Sentada en un banco, la señora Natàlia empieza a rememorar su vida desde el momento en que un tal Quimet la saca a bailar. Para ella todo empieza en ese entoldado de la plaza del Diamante y, aunque nosotros ya sepamos cómo termina, asistimos al relato de esa mujer con el corazón en un puño.
La responsable de ello es Lolita Flores, que durante hora y pico desarrolla este monólogo. Ella nos toma de la mano, explicándonos la inocente aproximación al matrimonio de una niña, y ya no nos soltaremos aunque crucemos por el horror de la guerra y nos encontremos frente a una mujer desesperada al borde de la locura homicida. Todo ello sin florituras, sin apenas moverse del sitio, adoptando cierta monotonía al desgranar los diferentes episodios de su vida. Se me ocurren mil tópicos sobre interpretaciones orgánicas y simbiosis de actriz y personaje, pero me temo que para quienes no hayan mirado a los ojos a Lolita sobre escenario cualquier cosa se queda en eso, en una frase hecha.
Esta es la segunda versión teatral que Joan Ollé hace de la novela de Mercè Rodoreda. Es un montaje minimalista, en el que la puesta en escena consiste en un banco y una guirnalda de luces. También hay una sola actriz que narra toda la historia, en lugar de las tres actrices de distintas edades de la primera versión. Es una apuesta arriesgada que repercute en el ritmo de la obra pero que beneficia notablemente la empatía del espectador.
Reducir la novela a la esencia, a la voz de la protagonista narrando su historia, es un acierto. Incluso teniendo en cuenta lo familiarizado que está el público catalán con el texto (bueno, espero que siga siendo así). De hecho, es incluso un valor añadido que el testimonio de la protagonista ejerza de filtro sobre lo que, como lectores, ya sabemos. Es curioso percibir la versión entrañable de Quimet a través de los ojos inocentes de Natàlia, incluso cuando le impone algo tan irrespetuoso como cambiarle el nombre a Colometa. Por poner un ejemplo. Por eso, para mí, este montaje está más cerca de la novela original que la película protagonizada por Silvia Munt en 1982 y que diría que es el referente del 90% de espectadores de la versión teatral.
‘La plaza del diamante’ estará en el Teatre Goya de Barcelona hasta el 3 de mayo (para ceder escenario a ‘Guapos & pobres, el musical’) pero solo para seguir una gira que empezó hace meses en Madrid.
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